08 octubre, 2008

ATENCIÓN Y ESTIMULACIÓN TEMPRANA EN DISCAPACIDAD AUDITIVA

Prof. Dra. Valeria Herrera F. valeria2hf@yahoo.com

Los primeros años de vida constituyen una etapa especialmente crítica ya que en ella se configuran las habilidades perceptivas, motrices, cognitivas, lingüísticas, afectivas y sociales que posibilitarán una equilibrada interacción con el medio. Este período del desarrollo infantil es un proceso dinámico, sumamente completo, que se sustenta en la evolución biológica, psicológica y social. En este sentido, la atención y estimulación tempranas tienen la finalidad de ofrecer a los niños con déficit o con riesgo de padecerlos un conjunto de acciones optimizadoras y compensadoras, que faciliten su adecuada maduración en todos los ámbitos que les permita alcanzar el máximo nivel de desarrollo personal y de integración social.

Aquellos niños que presentan una situación de privación sensorial, como ocurre con los niños con pérdida auditiva, necesitan mayormente la atención temprana y nuestra legislación les concede el derecho a disponer de los recursos para su tratamiento, independientemente de su condición social o económica. El objetivo es garantizar el principio de igualdad de oportunidades de un sector de la población especialmente indefenso y vulnerable a los efectos de las discapacidades, como es el caso de la población infantil.
Es importante considerar que la sordera no afecta exclusivamente el desarrollo de la comunicación y el lenguaje sino que al desarrollo de la persona en forma global. El desarrollo cognitivo, socio-afectivo y comunicativo-lingüístico, están íntimamente interrelacionados y se influyen mutuamente. En este sentido, si una persona sorda no dispone de un código que le permita comunicar y representar la realidad su desarrollo cognitivo se verá afectado, ello a su vez interviene de forma negativa en el desarrollo del lenguaje. Del mismo modo, los límites en la comunicación generan inmadurez en el desarrollo social y afectivo, dado que la comunicación es una herramienta básica en toda relación social. La comunicación nos permite formular y comprender ideas, planificar y adaptar nuestra conducta y comprender las de otras personas. Como señala Vygotski (1982) el lenguaje es el instrumento de mediación para la acción, responsable de los procesos de homogeneización y enculturación. En definitiva, si la comunicación falla o es deficiente se verá afectado el desarrollo intelectual, la interacción social, la formación del lenguaje y la afectividad.
Nuestra experiencia con personas sordas nos lleva a tomar en cuenta, antes de implementar cualquier intervención, las características particulares de este grupo y cómo dichas características se integran de forma coherente en un programa de atención y estimulación temprana. Como indican Alonso y Paniagua (1995) la intervención temprana debe orientar sus esfuerzos a estimular la “zona de desarrollo potencial” que queda definida como el espacio entre lo que el niño puede realizar por si mismo y lo que puede alcanzar con ayuda de otros.
En primer lugar, se debe considerar que el niño sordo percibe y experimenta el mundo fundamentalmente a través de la vía visual. La vista se convierte en un sentido guía y asume, complementada por el tacto, la función de percibir la realidad que le rodea. Por ello con las personas sordas es especialmente significativo emplear estrategias visuales que faciliten y complementen la comunicación, esto supone aprovechar todos los canales sensoriales que permitan ampliar la información (restos auditivos, tacto, olfato). Un programa de atención y estimulación temprana del niño sordo debe considerar y planificar el establecimiento de estrategias visuales de información, que lo lleven a un mayor contacto con el entorno en que se mueve.
En segundo lugar, se debe considerar que el niño sordo necesita un código para pensar y planificar. La interacción entre las áreas del desarrollo cognitivo y comunicativo- lingüístico es primordial para desarrollar el pensamiento abstracto. Como es obvio, la persona sorda presenta grandes dificultades para representar la realidad a través del lenguaje oral, aún así es un medio de comunicación que deberá aprender. Sin embargo, durante los primeros años su interacción con el mundo será principalmente a través de un medio accesible, que no le demande mayores recursos atencionales que los que requiere para la comunicación en sí misma. Los niños sordos a partir del uso del lenguaje de signos, son capaces de cursar y desarrollar todas las etapas del desarrollo cognitivo, socio-afectivo y comunicativo-lingüístico del desarrollo humano. Consecuentemente es esencial dotar al niño sordo, desde los primeros años de vida, de un código que le permita pensar y planificar.
En tercer lugar, se debe considerar que el niño sordo necesita comprender las convenciones sociales. El niño sordo suele presentar dificultades en la incorporación de las normas sociales, ya sea porque no recibe información directa sobre sus acciones o porque esta información no es suficientemente clara. En la mayoría de los casos, las interacciones comunicativas entre adultos oyentes y niños sordos son controladoras y normativas. Los adultos oyentes que interactúan con niños sordos tienden a explicar menos las razones o a elidir los discursos y quedarse únicamente en las acciones. Causando desconocimiento o menor entendimiento de las normas sociales, que en muchos casos promueve una conducta inadecuada. Generalmente los oyentes sitúan las interacciones en el contexto inmediato, sin referirse a acciones pasadas o futuras las que precisan mayor elaboración y abstracción. De esta manera, y de forma involuntaria, se limitan las posibilidades de planificar, entender secuencias temporales, desarrollar reversibilidad del pensamiento, elaborar pensamiento abstracto, etc. La atención temprana debe ofrecer al niño sordo la oportunidad de hacerse responsable de sus conductas, de comprender las razones y marcar clara y explícitamente los “límites” de su autonomía, con el fin de motivar una actitud madura y menos egocéntrica.
En cuarto lugar, se debe contemplar que el niño sordo necesita desarrollar una identidad personal y social. La sordera suele suscitar dificultades para consolidar una adecuada auto-imagen personal y social. Estas dificultades comienzan con la resistencia de los padres a aceptar la sordera de sus hijos, produciendo una distorsión en las relaciones familiares que condicionan el modo de vivir de la persona sorda y su propia identidad. El niño sordo se desarrolla con adultos que valorizan una expresión oral adecuada frente a cualquier otra forma de comunicación, en este contexto el niño sordo se encuentra inmerso en un medio que centra su interés en aquel aspecto en el que sus habilidades son limitadas y al no alcanzar las expectativas de los adultos se siente sistemáticamente fracasado. Esto se traduce en un bajo auto-concepto y una sensación continua de inseguridad e inadecuación. Por lo tanto es necesario incluir en la educación temprana del niño sordo, la existencia de modelos de identificación como son otras personas sordas.
En quinto lugar, se debe contemplar que el niño sordo necesita aprender el lenguaje oral de su entorno. Las personas sordas no adquieren el lenguaje oral de forma espontánea, es necesario planificar su enseñanza. Aunque la primera necesidad sea la de un código comunicativo útil (como es el lenguaje de signos), también es necesario que los niños aprendan el lenguaje oral de su entorno por ser el código mayoritario, que les permitirá la integración y participación activa en la sociedad compuesta en su mayor parte por personas oyentes. Sabemos que los niños sordos, que desde temprana edad son expuestos a un ambiente bilingüe (lenguaje signado y hablado), desarrollan mayores habilidades cognitivas, sociales y lingüísticas que les permiten una mejor integración social. Puesto que el lenguaje oral no se adquiriere por los sordos de forma natural, es necesaria una planificación sistemática de su enseñanza.
En sexto lugar, se debe considerar que el niño sordo necesita la aceptación familiar. Desde el momento del diagnóstico de sordera en una familia oyente, las relaciones familiares suelen distorsionarse suscitando actitudes de rechazo, sobreprotección, negación, etc. derivadas de los sentimientos de culpa, ansiedad e inseguridad que pueden sentir los padres. En este sentido, es primordial proveer apoyo y mediación familiar, ya que al conocerse el diagnóstico de la sordera, los padres requieren; información respecto de ella, aprender medios alternativos de comunicación, conocer pautas para adaptar el entorno familiar a la nueva situación e información sobre las ayudas que requiere el niño y que el Estado les brinda. También es muy útil aquella información que permita a la familia proyectar el futuro del niño, tomando en cuenta las dificultades previsibles y buscando soluciones alternativas. Esto puede evitar la angustia y acelerar el proceso de aceptación. Por todo lo anterior, la atención temprana debe planificar el trabajo directo con el entorno más cercano del niño, con el fin de lograr mayor colaboración y cohesión entre la familia y los profesionales que atienden al niño.
Por último, el niño sordo necesita el reconocimiento de la sordera a nivel social. La sociedad no brida posibilidades de desarrollo a las personas sordas, todos hemos sido testigos de la discriminación y falta de atención a la discapacidad. Cuando una persona sorda requiere de los servicios de asistencia social como juzgados, consultorios, registro civil, etc. no cuenta con personas que sepan cómo proporcionarle información o asesorarla. La sociedad, entendida como las personas de a pie que la conforman, aún no ha sido capaz de tomar conciencia de las implicancias de las distintas discapacidades. Es necesario por lo tanto, apoyar campañas de información sobre el mundo de las personas sordas, para que se produzca una sensibilización hacia su forma de percibir el entorno, sus posibilidades y sus dificultades en la comunicación con el oyente. Esta sensibilización debe comenzar, sin lugar a dudas, en el entorno próximo al niño.
A continuación se presenta un programa de atención y estimulación temprana para niños sordos e hipoacúsicos, financiado por el Fondo Nacional para la Discapacidad (Fonadis) y patrocinado por la Corporación de padres y amigos de las personas sordas (Effeta). El equipo de trabajo está conformado por una coordinación académica, una coordinación técnico-pedagógica, una psicóloga y tres profesoras diferenciales especialistas en trastornos de audición y lenguaje.
El programa atiende a 16 niños sordos e hipoacúsicos entre 8 y 48 meses de edad, pertenecientes a familias de estratos socioeconómicos bajos de la Región Metropolitana. La atención se estructura en 2 sesiones individuales a la semana. El programa contempla atención a las familias de estos niños, ya que se espera cubrir las carencias comunicativas, psicológicas, educativas y sanitarias que por sí mismas genera la pérdida auditiva. Las familias reciben, junto al apoyo psicológico, estrategias psicopedagógicas y comunicativas que permitan potenciar el desarrollo de sus hijos.
El programa ha sido planeado y organizado para impulsar el desarrollo global del niño, ya que en esta etapa de evolutiva el niño interactúa con el medio poniendo en acción todas sus destrezas. Por este motivo, sus experiencias, sus aprendizajes y su desarrollo son considerados como una totalidad, evitando la parcelación y la fragmentación.

PROGRAMA DE ATENCIÓN Y ESTIMULACIÓN TEMPRANA PARA NIÑOS CON DISCAPACIDAD AUDITIVA
Objetivo General:
Brindar atención y estimulación temprana a niños sordos e hipoacúsicos, destinada al desarrollo global del niño.
Objetivos Específicos:
A) Desarrollar habilidades cognitivas, socio-afectivas y comunicativo- lingüísticas, que faciliten la integración social del menor que participa en el programa.
B) Lograr una adecuada adaptación social del menor que participa en el programa.
C) Favorecer la aceptación de la pérdida auditiva en el contexto familiar.
Características de los niños:
Los niños que participan en el programa presentan diagnóstico de pérdida auditiva en grados moderado, severo y profundo. Una situación socio-familiar inestable y bajos recursos económicos.
Curriculum y sesiones de trabajo:
El programa se articula sobre las Bases Curriculares de Educación Parvularia. Los niños reciben 2 horas de atención individual a la semana. El trabajo individual se organiza en sesiones con los niños y sus madres y está dirigido al desarrollo integral del menor y al fortalecimiento de la relación madre-hijo. Además, se realizan sesiones grupales de 2 o 3 niños destinadas principalmente a fomentar las competencias sociales, comunicativas y a enriquecer la interacción afectiva.
Taller de Padres:
El trabajo con los padres se realiza en sesiones grupales durante 2 horas al mes. Estas sesiones están destinadas a favorecer la aceptación de la sordera, evitando sentimientos de sobreprotección, culpa o rechazo. El objetivo es brindarles herramientas psicológicas para asumir la pérdida auditiva de sus hijos, escuchando sus inquietudes, miedos y expectativas. Así como orientación concreta respecto de su participación en el proceso educativo.
Evaluación:
Para realizar una atención y estimulación temprana adecuadas, ha sido necesario planificar una evaluación diagnóstica, de procesos y de resultados que ha implicado la aplicación y creación de variados instrumentos de evaluación. Entre ellos cabe destacar:

    Anamnesis.

    ▪ Evaluación Diagnóstica.

    ▪ Escala de Desarrollo (cognitivo, socio-afectivo y comunicativo-lingüístico)

    ▪ Evaluación del Lenguaje de Signos.

    ▪ Informe psicopedagógico.

    ▪ Programa Educativo Individual (PEI):
Una vez aplicadas las evaluaciones se realiza un PEI que intenta cubrir las necesidades específicas de cada niño, según su nivel de desarrollo en las áreas cognitiva, socio-afectiva y comunicativo-lingüística.
Área Cognitiva: el trabajo en este aspecto del desarrollo infantil se centra en promover las habilidades cognitivas básicas y las funciones lógico-matemáticas, según el nivel madurativo de cada niño, estimulando todos los sentidos, mediante todo tipo de experiencias y exploraciones a través del juego. Es imprescindible en esta etapa, consolidar la coordinación de la movilidad y el desplazamiento. Igualmente se realizan actividades destinadas a promover el desarrollo de habilidades de la vida cotidiana, formación de conceptos, correspondencias, clasificación de objetos, oposiciones, comprensión simbólica, reconocimiento de los significados de los objetos, las personas y las acciones. El objetivo es estimular todas las vías de percepción, potenciando la integración multisensorial.
Área Socio-afectiva: en este ámbito se realizan tareas que fomenten la autonomía del niño en la alimentación, la movilidad, la orientación. Se desarrollan actividades destinadas al control de esfínteres, hábitos de aseo, independencia en el vestirse y desvestirse, autoestima, cuidado de si mismo y convivencia. Se promueve la comunicación con el medio que le rodea; personas, lugares, objetos. De este modo se pretende que el niño inicie la toma de conciencia de su entorno y desarrolle interés en él. Nuevamente las actividades se planifican y realizan a través del juego.
Área Comunicativo- lingüística: el trabajo en este ámbito se inicia con el desarrollo y adquisición de las capacidades pre-lingüísticas; contacto visual, gestos, vocalizaciones, balbuceo manual, etc. Una vez consolidadas estas habilidades comienza el desarrollo y adquisición de las capacidades de comunicación signadas y habladas, cada una de ellas en su modalidad receptiva y comprensiva, acorde a las características de cada niño. Es importante recalcar que cada una de las lenguas se estimula de forma separada. Este proyecto de atención y estimulación temprana cuenta con una profesional especialista en trastornos de audición y lenguaje hablante nativa de lenguaje de signos chileno, en quien se ha confiado la responsabilidad de enseñar la lengua de signos. Para captar la atención del niño en la comunicación se realizan actividades visuales, auditivas, táctiles, olfativas, imitación de roles, comprensión e interpretación simbólica, comprensión y expresión verbal, comprensión y expresión signada. Es decir, se utilizan todas las vías para lograr una comunicación fluida. Asimismo, el enriquecimiento de la comunicación se apoya en la utilización de sistemas complementarios como la dactilología, la lectura labial, apoyos táctiles y restos auditivos.
Finalmente creemos que en esta etapa del desarrollo del niño con discapacidad auditiva, es esencial consolidar un sistema de comunicación que permita al niño desplegar todas sus potencialidades, para que sea él junto con su familia quiénes decidan cual es el tipo de escolaridad que desean recibir.


Bibliografía
  • Alonso, P. & Paniagua, G. (1995) La educación temprana. En A. Marchesi El desarrollo cognitivo y lingüístico de los niños sordos. Alianza. Madrid.
  • Grupo de Atención Temprana (2003) Libro blanco de la atención temprana. Documentos 55/2000. Real Patronato sobre Discapacidad. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Madrid.
  • Ley Nº 19.284. Ley sobre discapacitados reglamentada (1994). Publiley. Santiago.
  • Ministerio de Educación y Ciencia (1989) Diseño curricular para la elaboración de programas de desarrollo individual: Área de Lenguaje. Centro de publicaciones MEC. Madrid.
Etiquetas de Technorati: estimulación temprana, sordera, discapacidad, infancia

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